
El chemsex no es solo una palabra nueva ni una moda pasajera. Se trata de una práctica que combina el consumo de ciertas drogas con encuentros sexuales, a menudo entre hombres gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres (GBHSH). Pero más allá de la definición, el chemsex es una experiencia compleja que puede tener un fuerte impacto en la salud física, emocional y sexual de quienes lo practican.
1. Romper el silencio: lo que no se nombra, no se cuida
Hablar de chemsex ya no es un tabú como antes. Cada vez más personas lo conversan abiertamente entre amigos y amigas, en pareja o en espacios de confianza. Y eso es muy valioso. Porque poner sobre la mesa lo que antes se callaba —el uso de sustancias, los riesgos, el placer, las emociones, las dudas— es una forma de cuidarnos entre todos. Que hoy se pueda hablar sin vergüenza ni juicio de algo que afecta a amigos, parejas o a uno mismo, es una señal de madurez colectiva y de apoyo real dentro del grupo. Nombrarlo es el primer paso para entenderlo, acompañar y decidir con más libertad.
Hablar de chemsex no es acusar, ni juzgar, ni exponer. Es entender, acompañar y, sobre todo, cuidarnos. Ya sea que lo practiques, que lo esté haciendo un amigo, un familiar o tu pareja, ponerlo en palabras es el primer paso para identificar riesgos, protegernos y apoyar a quienes lo necesiten.
EL SILENCIO ALIMENTA EL ESTIGMA.
EL DIÁLOGO PROMUEVE EL CUIDADO.
2. Placer, Pertenencia y Dolor: ¿Qué Mueve el Chemsex?
Las personas pueden buscar en el chemsex una función instrumental: incrementar el placer, la libido, la erección, la desinhibición y prolongar el tiempo de la actividad sexual, facilitando prácticas que de otro modo podrían ser incómodas o dolorosas.
En el contexto personal, destaca la búsqueda de intimidad emocional, autoestima sexual, pertenencia grupal y un ambiente distendido donde sentirse acompañado.
De forma subyacente, el chemsex puede servir como mecanismo para enfrentar situaciones emocionalmente difíciles —como soledad, discriminación, homofobia interiorizada, temor al VIH o trastornos mentales—, ofreciendo una vía de evasión o alivio temporal.
Este fenómeno también se sostiene en dinámicas sociales y culturales contemporáneas: el uso de apps para encuentros íntimos, el deseo de gratificación y desconexión inmediatas, y estructuras relacionales afectadas por el aislamiento urbano o el estigma social.
3. Más allá del tabú: lo que realmente pasa en el cerebro
Las drogas y algunos medicamentos utilizados en contextos de chemsex son sustancias psicoactivas, es decir, afectan directamente al cerebro. Alteran el estado de ánimo, los pensamientos, la percepción y el comportamiento.
¿Sabías que…?
Todas las sustancias del chemsex activan el sistema de recompensa del cerebro, generando placer intenso que puede llevar a querer repetir el consumo, incluso cuando ya se sufren consecuencias negativas.
¿Y qué pasa cuando se repite?
Cuando el consumo es ocasional, puede no generar grandes consecuencias. Pero un uso continuado o descontrolado puede derivar en problemas de salud mental, física y social, especialmente en personas más vulnerables por su forma de ser y experiencias de vida.

4. Cada persona es distinta: lo que a uno le afecta, a otro no
No todas las personas reaccionan igual frente al chemsex. Hay quienes lo manejan con cierta estabilidad, y hay quienes desarrollan trastornos de salud mental o dependencia.
¿Por qué?
Porque intervienen múltiples factores:
- Características psicológicas y emocionales
- Trastornos previos como ansiedad o depresión
- Entorno social y presión del grupo
- Genética y biología personal
¿SABÍAS QUE…?
EL RIESGO DE SUFRIR TRASTORNOS DEPRESIVOS, DE ANSIEDAD O CONSUMO PROBLEMÁTICO ES AL MENOS 1,5 VECES MAYOR EN HOMBRES GBHSH QUE EN LA POBLACIÓN GENERAL.
5. Identificar las señales: ¿cuándo deja de ser solo una práctica?
Es importante diferenciar entre un uso recreativo y un uso problemático. Algunas señales de alerta pueden incluir:
- No poder dejar de consumir aunque ya no se disfrute
- Dificultad para funcionar sin la sustancia
- Ansiedad, paranoia o episodios psicóticos durante o después
- Descuidar amistades, pareja, trabajo o salud
- Sentir vergüenza o miedo, pero seguir repitiendo
¿Sabías que…?
Trastornos como ansiedad, depresión o psicosis inducida por sustancias son comunes en consumos continuados.
6. Si lo vive alguien cercano: acompañar también es cuidarse
Puede que no seas tú quien lo practica, sino tu pareja, tu mejor amigo o alguien de tu círculo cercano. En esos casos, también es importante hablar desde el afecto, sin juicios.
¿Cómo acompañar?
- No minimices pero tampoco dramatices. Escucha.
- Evita sermones. Haz preguntas abiertas.
- Infórmate antes de opinar.
- Ayuda a identificar espacios de apoyo.
- Cuida tus propios límites y el bienestar emocional.
A veces la mejor ayuda es estar disponible y decir: «Estoy aquí para ti, sin juicios.»
7. Autocuidados para el día a día (y las sesiones)
Si practicas chemsex, no todo se trata de dejarlo, pero sí de hacerlo de forma más consciente y segura. Algunas estrategias básicas:
- Lleva un registro de lo que consumes, cuánto y cuándo
- Hidrátate, aliméntate y descansa
- Reduce la dosis si sientes paranoia o ansiedad
- Acuerda con tus colegas que te avisen si te ven mal
- Busca ayuda profesional si te preocupa cómo te estás sintiendo
¿Sabías que…?
Muchos hombres que practican chemsex ya aplican estrategias de autocuidado, aunque no las llamen así.
8. Hablar salva: redes, información y apoyo
El cuidado no es solo individual. También es colectivo. Existen recursos, grupos y profesionales que pueden acompañarte sin juzgarte ni presionarte a dejar nada. Se trata de hablar, comprender y elegir con más libertad.
La salud mental también se cuida hablando de lo que duele, de lo que excita y de lo que da miedo.
HABLAR DEL CHEMSEX NO ES FÁCIL, PERO ES NECESARIO. SIGNIFICA RECONOCER LO QUE SENTIMOS, ENTENDER POR QUÉ HACEMOS LO QUE HACEMOS Y, SI ES NECESARIO, PEDIR AYUDA. SIGNIFICA TAMBIÉN ACOMPAÑAR A QUIENES AMAMOS, INCLUSO SI NO ENTENDEMOS TODO LO QUE VIVEN.
NOMBRARLO ES CUIDARSE. NOMBRARLO ES ACOMPAÑAR. NOMBRARLO ES COMENZAR A SANAR.
